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1 de mayo de 2006

...Me las apaño

La palabra "Balneario" me produce un estrés un tanto implícito y un poco angustioso. Ese olor purificado, el ambiente nítido, tan sospechosamente relajante; la gente con albornoces todos blancos, como dementes tocados por una sombra estéril. La recepcionista de sonrisa antiséptica. Y nosotros, con la intención -casi como una orden-, de diluir la tensión bajo el agua cloreada.

A mí dame una ciudad, un atasco, el humo. Tugurios de luz baja y noches largas. Altas torres metálicas, neones intermitentes, miradas turbias en días claros. Un mar de gente, razas, religiones, escaleras mecánicas. Un día extraño, lluvia de improviso, la cola (mayúscula) del cine. Dame un mapa roto, un diccionario viejo, una calle muerta, que yo,
me las apaño.

3 comentarios:

Latitud Cero dijo...

Bueno no sé...

A un balneario no me invites.

tuerten dijo...

Y yo que por estas latitudes me refugio del frío.

Nada qué decirte, salvo que para lugares antisépticos, nada mejor que palabras enlodadas y terrosas, mecanografiadas sobre un papel amarillo que apenas se sostiene.

Aparte de eso, azul variando a calipso.

Un saludo.

Sean Thorton dijo...

A mi, no sé porqué, lo del balneario siempre me ha sonado a caramelo de eucalipto de los que compraba mi abuelo... El olor no es igual, desde luego, pero mire, en la ciudad en la que vivo hay uno bien en el centro. Cuando calle abajo me voy acercando a la puerta, ese olor del que habla se percibe claramente y, ¡por Dios!, he de acelerar el paso para rápidamente dejarme seducir por el olor a croquetas del bar de la esquina. Si ese día he dejado la conciencia en casa, entro y pido una caña, y si ya resulta que he sido muy malo y estoy perdido, una de "geta" (no pregunte, no pregunte). Si, y desde la ventana veo salir figuras flotantes del balneario, y sonrío...
Oiga, lo de las escaleras mecánicas...me gusta, me gusta...