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21 de junio de 2006

Extraños en la Plaza




Extraños en la Plaza


Ellos siempre están ahí, dice el título...
y están. Seguro. Siempre.



(no se olviden de volver aquí)


17 de junio de 2006

No,

no me gustan en absoluto las escenas solares.

15 de junio de 2006

Es

Es curioso, e incomodo como un traje estrecho, el creciente compromiso que tiene uno de dar explicaciones a cada rato y sin necesidad. Y no es que yo esté totalmente en contra. No. Entiendo que hay muchas situaciones que requieren una explicación. Sin embargo hay otras...
Y al final todo se convierte en hechos -inútilmente- (también ridículamente) justificados. Todo justificado... hasta los márgenes de este texto.

13 de junio de 2006

7 de junio de 2006

Antiguas intenciones

(Como si fuera una carta, que nunca fue. Nunca será)


Hoy, al cruzar Ettligerstr. esquina Kaiserstr. me acordé de ti. Me acordé porque hace meses, años, décadas que esa calle está en obras. Pero no esas obras que siempre están en movimiento, que recogen el polvo de los días, la desesperación que ejerce lo que no acaba, y uno espera, y no terminan. No. No así. Mucho peor que eso es una obra abandonada. Un obstáculo inútil invariable en medio de la acera; un desolado paisaje, inerte en el espacio y en el tiempo. Envejece siglos la piedra a cada paso y me llena de frío ese trance de caminar adentro. Está cercado aquel enclave, con su forma de mapa triangular, de isla sin agua, ni sal. Tierra seca.

Duele la herida de esa calle. El desamparado cincel a la deriva. Una intemperie indefinida sin los tejados rojos que entonces nos cubrían. Porque llueve y quema el aire el metal roído; blando y oxidado como el signo de tu voluntad más extinguida.

Y me acordé de ti, sí. De aquella particular manera tuya de dejarlo todo a medias.

Quizá sea tu nombre lo crudo del asfalto,

de esta calle,
de este invierno.

3 de junio de 2006

No teman...

Sé lo que están imaginando… pero no. Lo que pasa es que estoy pensando que es algo parecido a meditando pero no lo es. Aunque a veces, ni pienso ni medito. Y hablo. Y digo algún disparate sobre helados, sobre necesitándos-necesitados, sobre desafiar las fuerzas dinámicas, sobre la longitud de los años luz, porque un año luz es una longitud…
En fin, no es el caso. No sean recelosos.

Si se aburren en la espera les invito a que se lean otra vez el blog, que se lee muy rápido. De un tirón y además es ameno. Con unas entradas, donde la relación entre ellas es mera coincidencia y absoluta casualidad como en los telefilmes. Pueden leerlo de arriba abajo o de abajo a arriba; de este a oeste les diría, pero eso ya complica la labor y al final abandonarían. No lo hagan. Como ven doy ideas. Ah! también pueden (en mi perfil en blanco) ir a la página “Lista de Productos deseados”. Nunca entendí ese nombre de Lista de productos deseados, tampoco para qué servía pero acabé encontrándole una utilidad como trastienda. Y cómo no! lean también los comentarios, que son muy entretenidos y complementan esta distancia angular donde me muevo. Además pueden hacer clic sobre el nombre del comentarista. Esto lo digo en voz baja, vaya a ser que fuguen… y no vuelvan. Podría pasar… Los que no escriben será que no tienen nada que decir, en este caso, hacen bien. Mejor callar. Pero sepan que les miro de reojo, eso sí.