...ahora que no me oye nadie, porque nadie viene, que lo que más me gusta de los blogs son los comentarios; que mil y una veces, pero qué digo!, que tres mil y una veces los comentarios superan a los post; Esa manera tan sutil de rellenar los huecos. Así, uno se acostumbra a seguirlos por todos los (blogs) caminos, a aquel que dijo que... Y los ve envejecer, amanecer, apagar la luz, emocionarse. Los va uno conociendo... a su manera obviamente, en esta manera de escribir que nunca será hablar pero que lo roza; este lenguaje de signos y silencio a veces tan sencillo, a veces tan secreto.
Yo me he sentido verdaderamente fascinada por algunos comentarios, por quien los escribe. Sin embargo, también he comprobado como algunos caen en el compromiso de sentirse obligados a escribir, a adular. Y esa cojera es tan palpable; un empalago sumamente artificial... Aquel relampago, aquel brillo quedan ahora como algo tan efímero. Toda la fascinación que sentía..., Se acabó el hechizo y bah... más de lo mismo.