A ras de marzo, vuelo y me mezco entre los árboles inhóspitos
de este invierno perpetuo. Mis pasos también son vistos desde arriba en el
sendero de mi bosque real, de este mar supuesto y fingido. En el musgo de los humedales se escucha el arpa y es, entonces cuando dejo de ser, para enredarme entre los dedos invertebrados del viento. Y aunque una vez en el hielo fue dónde escribí: espirales… extraña canción de lejanía apenas hoy, lo recuerdo.
A ras de marzo, las alas de cuervo se despliegan, y a veces, como tú,
me sobrevuelan…
26 de febrero de 2006
3 de febrero de 2006
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